Hay un axioma que dice que una buena carta de vinos es señal de que nos vamos a encontrar con un nivel destacado de cocina en un restaurante. Siempre la existencia de una gran oferta de vinos ha sido un excelente parámetro para juzgar las cualidades de un restaurante, y al mismo tiempo no se concibe una buena oferta gastronómica sin una magnífica selección de vinos. Dos caras de la misma moneda. Pero... ¿es verdaderamente así en el mundo real de la restauración pública española? ¿Saben los restaurantes confeccionar sus cartas de vinos, comprenden su importancia?
Lo ideal es acudir al sumiller o al profesional del propio restaurante para elaborar la carta, ya que él es la persona que se va a encargar de ofrecer los vinos a los clientes y aconsejarles los que mejor acompañen a los platos que han pedido. Si no se tiene un profesional cualificado, lo mejor es dejarse asesorar por alguna persona de su plena confianza.
Cómo elaborarla
Atendiendo a las recomendaciones anteriormente expuestas una propuesta personal de elaboración podría ser:
La carta debe presentar:
- El nombre de la denominación de origen o zona de producción.
- El nombre del vino y de la bodega.
- El tipo de vino: blanco, rosado, tinto...
- La añada.
- El precio.
Se debe hacer constar el precio de la botella o de la copa en el caso de los espumosos, generosos, vinos de postre o licores que se oferten de esta manera.
Se puede ordenar de distintas maneras; una de ellas es por orden alfabético las denominaciones de origen y dentro de ellas.
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